No soy de las personas que se obsesionan con la tecnología, pero reconozco que en los últimos meses empecé a pensar más en mi seguridad. Vivo solo y, aunque me considero bastante activo, un pequeño resbalón en la ducha el año pasado me hizo reflexionar. Fue solo un susto, pero me dejó claro que, en caso de una caída seria, el tiempo de reacción lo es todo. Así empezó mi interés por el reloj que detecta caidas.
La primera vez que escuché hablar de ellos fue por mi sobrina, que me contó que su smartwatch tenía esa función. Me explicó que, si detecta una caída fuerte y no respondes en un breve plazo, envía automáticamente una alerta a los contactos de emergencia o incluso a los servicios médicos. La idea me pareció increíblemente útil, así que decidí investigar.
Pasé un par de días comparando modelos. Algunos eran más deportivos, otros más discretos. No solo me fijé en el diseño, sino también en la precisión del sensor de caídas, la duración de la batería y la facilidad para configurar los avisos. También valoré si incluían funciones extra, como el control de frecuencia cardíaca o el GPS, ya que me gusta caminar por el parque y no siempre llevo el teléfono encima.
Finalmente, me decidí por un modelo que combinaba una estética elegante con una tecnología fiable. El día que lo recibí, dediqué un buen rato a configurarlo: añadí los números de contacto de mi familia, activé las notificaciones y probé cómo funcionaba la detección de caídas simulando un pequeño golpe (sin exagerar, claro). Ver cómo el reloj reaccionaba y me preguntaba si estaba bien me dio una sensación de tranquilidad inmediata.
Desde entonces, lo llevo a todas partes: en casa, cuando salgo a hacer recados e incluso cuando paseo por senderos menos transitados. Sé que, en caso de que ocurra algo, no estaré completamente solo. Y aunque espero no necesitar nunca esa función, me reconforta saber que está ahí.
Curiosamente, este reloj ha hecho que esté más pendiente de mi bienestar general. Me motiva a caminar más, vigilar mi sueño y hasta beber más agua gracias a las alertas que me envía. Al final, no solo compré un dispositivo de seguridad, sino un compañero silencioso que me cuida sin que apenas lo note.